Una atleta sale a la cancha vestida con la camiseta “de España” y se prepara para competir en una categoría de las Olimpiadas que la propia artista denomina “cantar en alemán”. La canción elegida es "No estamos lokos", de Ketama. Con este curioso collage trasnacional en el que, además, se traduce la canción con errores gramaticales, Ana Esteve Reig nos propone un ejercicio de imaginación en el que exagera la influencia de la cultura alemana sobre la española invitando a pensar en las posibles incompatibilidades e incoherencias a las que podría dar lugar.

Tres monos a los que se conoce como “el oráculo” están sentados alrededor de un móvil y responden las complejas cuestiones filosóficas que les plantea el aparato. Los tres protagonistas discuten con lucidez sobre problemas como el futuro de la inteligencia artificial, el fin de la humanidad o el sentido de la vida, para lo que parece una aplicación que predice el futuro a través de sus conclusiones. Inevitablemente esta imagen nos lleva a 2001: A Space Odyssey (1968) de Stanley Kubrick, pero esta vez los monos no representan una inteligencia primitiva dando un salto en la evolución, sino que, irónicamente, prestan su sabiduría a la especie que debería sustituirlos.

Una avatar recita la pionera Declaración de independencia del ciberespacio (1996) de John Perry. Presentándose a través de los tres canales simultáneos que conforman la videoinstalación, su protagonista diserta sobre la sociedad ideal de la que proviene. Su imagen se fragmenta, multiplica, interactúa con la representación virtual de astros y galaxias en alusión a la infinitud y apertura del ciberespacio. El nuevo mundo que defiende va más allá de la materia, de los poderes económicos y gubernamentales que manan de sus lógicas, que doblegan y legislan la fisicidad de los cuerpos.