Fuera, en la amplia y ruidosa esfera pública, dos obreros trabajan sobre un andamio. Dentro, en el íntimo y silencioso espacio doméstico, el artista recoge su habitación. Ha subido las persianas dejando entrar al exterior. “La Gnossienne nº1”, una pieza para piano de piano de Eric Satie, convierte esta coincidencia en una danza: Lo público y lo privado bailan.

Protagonista y narrador, el artista se presenta como un cuerpo extraño que intenta adaptarse a un espacio desconocido. Observa, aprende, repite, repite y repite todo cuanto le rodea. “En caminos ajenos” reflexiona sobre la construcción de su identidad como inmigrante, sobre aquello que se pierde, y a lo que se renuncia, para formar parte de una nueva cultura.

Félix Fernández es un hooligan. Bebe cerveza, escupe, orina sobre una planta de interior… Sus “performances” van creciendo y creciendo en intensidad, dibujando una masculinidad tóxica que intimida y repulsa al espectador. Al final y contra todo pronóstico, mantiene relaciones sexuales con una prostituta que resulta ser transgénero. Hooley piensa en una violencia machista disociada de la masculinidad hegemónica; en una agresividad impura y fragmentaria incapaz de medirse con sus propios cánones.